lunes, 7 de julio de 2014

Franquicias y Sociedad

Una lucha que llevo en casa desde mi pequeña economía es el dilema "¿en qué gasto mi dinero?". Cada persona, en cada euro que se gasta o invierte define el mundo en el que desea vivir.

En Madrid año 2014, y en otros tantos lugares, el consumo está dirigiéndose de manera irrevocable a las franquicias. La mayoría de las franquicias basan su fuerza en una idea exitosa (no tiene por qué ser nueva) que irrumpe rápidamente en un mercado, con un producto tipo; que implica una reducción de costes simplificando la cadena productiva y siendo intensiva en una mano de obra barata. Los valores que me trasmiten en general este tipo de negocios son en general tres, y todos ello negativos.

En primer lugar, no me gusta la idea de venta de productos de baja calidad que impidan la competencia al copar rápidamente el mercado con precios bajos. Esto coge por sorpresa a los antiguos competidores a los que tiende a expulsar e impide la competencia de nuevos competidores. Así, entre una fuerte estructura precios bajos y un fuerte marketing, sumado a que cuando aparece alguna posibilidad real de pérdida de mercado realizan fuertes bajadas de precios, se hace imposible la aparición competencia. Esto nos conduce al primer punto negativo, falta de productos de calidad, que estén diferenciados y puedan ser originales.

El segundo punto negativo es el tipo de trabajo que genera. Generalmente las franquicias emplean personal temporal con bajos salarios, amplios horarios y turnos en fin de semana. Esto se acentúa en aquellos trabajos que ya tenían esta problemática como puede ser la hostelería. Llevando lo peor de este modelo a sectores que nunca se habrían imaginado llegar a esta situación, como el sector del mueble trabajando domingos y festivos. Hay que recordar que esa gente también tiene familias e hijos a los que les gustaría y/o deberían atender .

Y finalmente el puramente crematístico, ya que los beneficios que se sacan de los negocios franquiciados viajan en buena parte directamente a través de fondos de inversión sin apenas tributación sobre los mismos. Y este punto es importante, ya que sin esos impuestos no se pueden realizar acciones que mejoren la situación de todo el mundo. A esto le sumamos que en lugar de repartirse el beneficio entre multitud de comerciantes, una única casa se come todo el pastel.

No se entienda este artículo como un ataque a las multinacionales (otro día comentamos), que suelen diferir mucho respecto a las franquicias al menos en los puntos primero y segundo, sino contra las franquicias. Nada me da pena que un filólogo trabajando en una tienda de muebles que vende un domingo a las 8 muebles económicos y de mala calidad a un ingeniero que trabaja en una tienda de electrónica para venderle una televisión al primero. ¡Qué despilfarro de talento!

Lo positivo de esta situación es que cada uno tiene en su poder la palanca para construir el modelo de Sociedad que quiere, y este a mi no me gusta y en consecuencia actúo.

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