Hace poco leía en Expansión, un artículo sobre el crecimiento de la población en España. En él se decía que nuestro país se encontraba al borde del “suicidio demográfico", y la verdad es que en cierto sentido no le faltaba razón.
El artículo ofrecía una multitud de datos interesantes en los que merecería la pena que nuestros dirigentes se pararan a pensar durante un instante.
Un dato que me llamó profundamente la atención fue la evolución de la esperanza de vida. Según los datos del INE, la esperanza de vida en España se había MÁS que duplicado entre 1900 y 2010. Puede parecer una cosa normal si lo pensamos en términos relativos (en la edad de la información el tiempo se mide en segundos, el resto queda obsoleto… aunque ese creo que será el tema de otro día…), pero es increíble el avance de la ciencia y sobre todo de la SOCIEDAD. El “bien” más valioso del mundo ha sido distribuido por igual entre hombres y mujeres, ricos y pobres, y católicos y musulmanes: la salud.
Parece mentira lo codiciosos que somos los hombres, capaces de matar por nuestro terreno, nuestras ideas y nuestros bienes y como somos capaces de ser generosos con la vida. La reflexión que yo me hacía era ¿cuan generosos somos capaces de ser?. Regalamos 40 años de vida a futuras generaciones desconocidas y que no afectarán a nuestras vidas en absoluto y nos matamos de generación en generación por tierra, bienes, ideas, orgullo o seguidismo.
Sin embargo si cada uno de nosotros supiera que podría vivir en plena facultad de condiciones hasta los 150 años, ¿Qué seríamos capaces de hacer y de dar?.
Aun así esta distribución como todo en la vida siempre tiene un pero, y es que aún no ha llegado a lugares como África donde la falta de alimentos y medicamentos hace imposible que en lo más importante todos los hombres sean iguales.
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